El envejecimiento de la población conlleva cambios demográficos y sociales que están impulsando la búsqueda de estrategias que contribuyan a frenar o demorar el declive cognitivo asociado a la edad así como a la identificación de intervenciones que potencien la “reserva cognitiva”.
Nuestro principal objetivo será poner de manifiesto cómo la estimulación mental y el entrenamiento cognitivo pueden ser factores que nos vayan conduciendo hacia un envejecimiento más satisfactorio y activo. Una reserva cognitiva elevada parece actuar como neuroprotectora frente al inicio y desarrollo de trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer. La base neurobiológica de dicha reserva no se ha establecido claramente pero factores como la educación, el ejercicio físico, la ocupación laboral, el bilingüismo, las relaciones sociales, la estimulación intelectual o la nutrición podrían desempeñar un relevante papel.
Nuestra revisión se centra especialmente en los efectos de la estimulación mental destacando la controversia existente respecto a posibles beneficios derivados de diferentes tipos de entrenamiento cognitivo. También se plantea el papel de la creatividad como un factor promotor de resiliencia y su posible contribución a un envejecimiento más activo.
Son necesarios más estudios, tanto clínicos como epidemiológicos, con el fin de diseñar intervenciones que ayuden a potenciar la reserva cognitiva y confirmar la hipótesis de que la actividad es el mejor camino para la prevención del deterioro cognitivo asociado a la edad.